Podría parecer un mérito, pero no lo es. Es, apenas, la expresión de una enfermiza y obsesiva política agresiva y manipuladora, puesta en vigencia por la administración de Washington, contra un país de América al que detesta contra toda lógica y razón.
Ya el gobierno de los Estados Unidos, a través de voceros calificados de la Casa Blanca, se vio recientemente forzado a admitir que hace pocos años –apenas el 2009- impulsó una nueva ofensiva contra Cuba.
Jean Ksaki, en representación de Obama tuvo el desparpajo de reconocer que su administración “envió jóvenes latinoamericanos a Cuba en un programa para promover el cambio de régimen en la isla, bajo la apariencia de motivaciones cívica y de salud”. Sigue leyendo