Por: Edilberto Carmona Tamayo, Lisandra Fariñas Acosta
No sabríamos a ciencia cierta si en este tiempo, la devastadora experiencia de la COVID-19 le ha bastado a la humanidad para ¿aprender? que somos tan dependientes unos de otros, como vulnerables. Pero sí ha evidenciado la urgencia de acortar las brechas de desigualdad existentes en todos los órdenes. Una de ellas, esencial, lograr que la salud universal sea realidad y no quimera.
El argumento: las miles de personas que murieron sin derecho siquiera a una atención médica. Un argumento mayor: las miles que cada día mueren de otras causas y enfermedades evitables, “comunes”, olvidadas, y que las comparaciones estadísticas de la pandemia también han venido a restregarnos en la cara. Porque antes de la era COVID-19, esos “dinosaurios” ya estaban ahí.