Por: Pedro de la Hoz
El concubinato entre un poderoso —poder que viene del capital— sector de la industria estadounidense del espectáculo orientada hacia los hispanoparlantes y la industria anticubana asentada en Florida, alcanzó un punto cenital en la edición de los premios Grammy Latinos 2021.
Lo que comenzó con la doble nominación —nada menos que como Canción del Año y Mejor Canción Urbana— de un producto diseñado especialmente para funcionar como la banda sonora del golpe blando urdido por autoridades y agencias federales estadounidenses contra el sistema, el gobierno y la abrumadora mayoría del pueblo de Cuba, terminó por venderse como la joya de la premiación en la MGM Grand Garden Arena en Las Vegas, no solo con los dos premios adjudicados, sino por la aureola que arropó la jugada.