El 5 de marzo de 2022, aniversario de la muerte del Comandante Hugo Chávez (nada es casualidad), llegaba a Caracas una delegación del gobierno estadounidense. Emisarios de Joe Biden que tenían un objetivo claro: ante la imposibilidad de garantizar el suministro de petróleo debido al conflicto entre Estados Unidos/OTAN y Rusia, con Ucrania como proxy, querían negociar la reducción de sanciones a la industria petrolera venezolana y la entrada en ese mercado de la estadounidense Chevron.
Recientemente, y también de manera relacionada, hemos conocido otros dos sucesos. En primer lugar, el Embajador español en Venezuela entregó sus cartas credenciales a Nicolás Maduro, lo que implica que el gobierno de Pedro Sánchez deja de reconocer a la marioneta Guaidó (anteriormente ya lo había hecho Estados Unidos, y pronto lo hará la Unión Europea) y explícitamente coloca como único interlocutor al único gobierno legítimo que existe en Venezuela.
Los sueños de quienes lucharon por la independencia política en América Latina, a principios del siglo XIX, buscaban, no sólo acabar con la dominación del imperio español, eran al mismo tiempo portadores de una propuesta de integración regional. Sin embargo, sus esperanzas chocaron con una realidad: el nacimiento del imperialismo.
Se trataba de una forma de control mucho más sofisticada, articulada bajo el proceso de internacionalización de la producción, los mercados y el trabajo. Su finalidad, la sumisión de las jóvenes naciones, estableciendo Estados títeres; gobiernos cipayos, con plutocracias alejadas de una propuesta nacional-popular.
El exanalista de la CIA Fulton Armstrong admitió que, en Cuba, “muchos de los llamados periodistas independientes son financiados indirectamente por Estados Unidos”. Difunden desinformación antigubernamental con el apoyo de la NED.
Un antiguo espía de la CIA admitió que Estados Unidos financia a propagandistas antigubernamentales en Cuba que se presentan como “periodistas independientes”.
El periódico británico The Guardian habló con un exfuncionario de la CIA, Fulton Armstrong, a quien describió como “el analista más importante de la comunidad de inteligencia estadounidense para América Latina entre 2000 y 2004”.
Armstrong afirmó que, en Cuba, “muchos de los llamados periodistas independientes son financiados indirectamente por Estados Unidos”.
El veterano de la CIA señaló que, hoy, la administración de Joe Biden financia a los grupos de oposición de derecha en Cuba con al menos $20 millones en apoyo anual, para supuestas actividades de “promoción de la democracia”.
Hubo un tiempo en que las agencias de prensa verificaban fuentes en busca de la calidad del trabajo de sus corresponsales antes de darlo a la luz. Más si se trata de una con más de 170 años de historia e instalada en una gran cantidad de países, como es el caso de Reuters.
Pero pareciera que esa práctica de contrastar y verificar ha sido abandonada, o al menos aplicada con cierta discrecionalidad. Lo hace pensar un despacho de esa agencia de prensa titulado “Filtración de datos confidenciales de las reservas internacionales cubanas genera polémica” firmado por Marc Frank.
Existe una maquinaria brutal operando desde la música urbana en contra de la soberanía y dignidad del pueblo cubano, aseguró el rapero argentino Daniel Devita, tras lanzar su tema Vale más, donde reitera su compromiso con la isla.
En conversación con Prensa Latina, el músico conocido también como Doble D, aseguró que las acciones contra la nación caribeña deben ser expuestas y denunciadas con contundencia, algo que realiza desde el arte.
Vale más un minuto de pie que toda una vida de rodillas, reza el estribillo de la canción estrenada recientemente en plataformas digitales, donde rinde tributo al Héroe Nacional de Cuba, José Martí (1853-1895), de cuyo nacimiento se cumplirán 170 años el 28 de este mes.
La derecha latinoamericana, con ayuda del Departamento de Estado de EEUU, conspira para frenar la integración de la región
Por: Katu Arkonada
El 24 de enero se realizará en Buenos Aires la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), encuentro al que asistirán alrededor de 15 presidentes de la región, entre ellos Luiz Inácio Lula da Silva, y que será presidido por anfitrión Alberto Fernández.
Es obvio que para el gobierno argentino es importante que la Cumbre de la CELAC sea un éxito, porque en medio de la delicada situación política interna que atraviesa el país, con elecciones presidenciales el 22 de octubre, si este evento internacional y la El paso de la presidencia pro tempore [San Vicente y las Granadinas, país miembro del ALBA] termina bien, esto ayudaría a mejorar la imagen de Argentina en toda América Latina y el Caribe.
Pero la derecha latinoamericana, con la ayuda del Departamento de Estado de EE.UU. y sus agencias de inteligencia, conspira para impedir el crecimiento de la Celac, que se fortalece con la incorporación de nuevos gobiernos al eje progresista, como Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y Xiomara Castro en Honduras. Este último país se incorporará próximamente a otro instrumento de integración regional como es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).
En días pasados el investigador estadounidense William M. LeoGrande, publicó un artículo sobre el tema de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, donde expone como una esperanza para mejorar la maltrecha situación, el nombramiento del exsenador Christopher Dodd, en el cargo de Asesor Presidencial Especial para las Américas, dada su experiencia en el tema regional y en especial por su constancia en insistir por el fin de la guerra económica, comercial y financiera que dura ya 62 años.
Esa línea política la siguieron casi todas las administraciones yanquis sin conseguirlo, excepto Barack Obama, quien creó grupos de trabajo para preparar a la opinión pública, que le posibilitará poner en práctica viejas recomendaciones del Council on Foreign Relations y otros órganos académicos especializados en política internacional, que sugerían un cambio de estrategia, siempre con la idea de derrocar a la Revolución cubana desde adentro, sin eliminar la guerra económica.
El fracaso de los intentos por mejorar las relaciones con Cuba, radica en que, Estados Unidos impone condiciones inaceptables, porque su pensamiento es del dueño y señor del hemisferio, que no admite una posición independiente y soberana, por ser “un mal ejemplo” para los demás.
La Habana, Cuba-El próximo 20 de enero se cumplen dos años desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Joe Biden y las relaciones entre Estados Unidos y Cuba parecieran estar en una especie de limbo.
El líder Demócrata, quien durante su campaña electoral encantó a los sectores cubanoamericanos con la promesa de revertir las políticas de su antecesor Donald Trump hacia Cuba, apenas ha dado señales de moverse en esa dirección.
Si bien algunas acciones recientes de Washington pudieran ser tomadas como un preámbulo de una nueva relación con la isla, las autoridades cubanas se muestran escépticas ante un gobierno que hasta ahora no ha honrado su palabra en las relaciones bilaterales.
CLARIDAD conversó en exclusiva con el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos F. de Cossío, para conocer dónde se encuentran hoy las relaciones entre ambos países.
A continuación, compartimos nuestra extensa entrevista con el diplomático cubano, en la que abordamos desde el tema del bloqueo y las sanciones contra la isla, hasta la llegada de nuevos gobiernos progresistas en la región, los intentos de golpe de estado de la derecha y la guerra en Ucrania.
Tras un histórico acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos en 2015, que parecía haber dejado atrás la política de hostilidad hacia la isla, el presidente Donald Trump torpedeó el proceso y revirtió mucho de lo que ya se había alcanzado. El actual presidente Joe Biden no ha cambiado mucho de ese escenario.
¿Dónde se encuentran hoy las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?
Luego de los pasos que se tomaron para mejorar la relación, ocurrió un evento que lo cambió todo: las elecciones en Estados Unidos [en 2016]. Antes de entrar, el [entonces] nuevo gobierno anunció que iba a deshacer los pasos que ambos gobiernos habían acordado y que permitieron que la relación entre Cuba y Estados Unidos evolucionaran hacia una más constructiva y respetuosa entre ambos países.
El actual gobierno de Joe Biden prometió, durante la campaña electoral, a sus electores no a Cuba, que cambiaría rápidamente los retrocesos que ocurrieron durante la administración Trump. Dos años han pasado y nada parecido ha ocurrido.
De hecho, la administración Biden, aunque no repite exactamente la desinformación o las alegaciones deshonestas del gobierno de Trump, sigue aplicando, en términos generales, la misma política.
Tenemos que recordar que para deshacer lo que pasó durante la administración Obama, el gobierno de Trump decidió levantar alegaciones que no tenían fundamento, que no eran ciertas, pero que fueron el pretexto para los cambios que tuvieron lugar. (1)