La relación de personajes desinflados después de inflados es divertida pero no es corta. No se puede hablar de fracasos de la contrarrevolución sin hablar de Elizardo Sánchez, Marta Beatriz Roque, Yunior García, nuestro favorito, Ferrer que también dejó buenos momentos y la nueva oposición musical que últimamente nos da tantas alegrías. Intentamos recordar los más clásicos, los que el tiempo y la embajada norteamericana han ido poniendo en su justo lugar.
Durante décadas Cuba ha estado asediada de disímiles maneras. Aquí hemos visto varios ejemplos (recientes) de manipulaciones, actos terroristas, campañas de difamación… El punto en común en cada uno de los escenarios posibles es el dinero.
Para unos constituye apenas una mesada, mientras para otros el negocio de sus vidas. Con una mano llaman a la “libertad” y con la otra, pues evidentemente, se embolsillan los millones.
El propósito fundamental de este artículo es, denunciar el intento de aplicación del esquema subversivo diseñado contra Cuba por EEUU, como réplica en Bolivia.
Para ello, tenemos un documento de la ONG argentina llamada Cultura Democrática, cuyo título es: «Apoyo a la Sociedad Civil cubana como método de presión a gobiernos totalitarios. Su posible aplicación a Bolivia«. Esta organización, con su desgastado discurso humanista, democracia y sociedad desarrollada, justa y libre, pretende, ahora, enfilar sus baterías contra Bolivia, como copia de lo que han hecho en Cuba.
Lo que no funcionó con sanciones, ni con la lista de países parias diseñada en Washington, ni con un bloqueo de más de seis décadas, se intenta nuevamente desde las redes sociales con generoso apoyo externo.
Por: Gustavo Veiga
Este 11 de julio Cuba volverá a vivir una agitación planificada 2.0. Resta saberse si superará la virtualidad y llegará a las calles de la isla como en 2021. Quienes pretenden terminar con el sistema socialista de una nación independiente se apoyan en Estados Unidos y su clásica injerencia política. Esa que funciona en otros países, pero no en su vecino ubicado a 90 millas náuticas. Para insistir otra vez, se apela a viejas recetas. Son las que están sintetizadas en lo que podría llamarse el manual de los golpes de Estado blandos del siglo XXI. Un libro del politólogo Gene Sharp (1928-2018) llamado De la dictadura a la democracia de 1993. Lo que no funcionó con sanciones diplomáticas, ni con la lista de países parias diseñada en Washington, ni con tareas de ablande, ni con un bloqueo de más de seis décadas, se intenta nuevamente desde las redes sociales con generoso apoyo externo.
Así como hace un año el gobierno de La Habana responsabilizó por las protestas a sectores organizados por EE.UU, ahora sucede otro tanto. Pasó también con sus líderes, como Yunior García Aguilera, hoy residente en España. El dramaturgo que tuitea a destajo contra la revolución cubana desde Madrid, tiene hoy quien lo acompaña, pero desde Santa Cruz de la Sierra en Bolivia. Es Magdiel Jorge Castro, un joven licenciado en microbiología que se formó en la universidad pública habanera. Tomó protagonismo como su compañero en el Grupo Archipiélago. Los dos le dan voz a la consigna Patria y Vida que no consiguió los efectos buscados en un país asediado, con escasez de insumos básicos y una economía jaqueada por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Su utopía es que Cuba se convierta en Sri Lanka. Sueñan despiertos y lo divulgan en Twitter, la red donde están más activos.
Tal fue el rechazo de la ciudadanía al llamado de una intervención directa, que sus asesores entusiastas no tuvieron más opción que sacarla por la puerta trasera.
Algunos me cuentan que sintieron miedo. Otros, indignación. Calles usualmente tranquilas se llenaron de vidrios y cristales rotos. El vandalismo campeó a sus anchas, y la desinformación, también. Los días aledaños al 11 de julio de 2021 pasarán a la historia como la demostración del daño que puede hacer la guerra de cuarta generación contra Cuba.
Pero lo sucedido en esa fecha trascendió ese hecho para dejar en evidencia algo mucho más importante. El pueblo cubano resistió. La Revolución sigue aquí, desafiando todos los pronósticos de los odiadores.
El próximo 11 de julio se cumple un año de las protestas en Cuba que fueron noticia en todo el mundo. Hoy la isla vive una relativa calma y la cotidianidad ha ido regresando poco a poco a las calles, mientras el pueblo cubano sortea los efectos del bloqueo estadounidense y estragos dejados por la pandemia. Desde el exterior, sin embargo, cuentas en redes sociales y grupos de cubanos en Estados Unidos, con el apoyo de Washington, intentan generar nuevamente el caos en Cuba.
Parece que los gobiernos de los #EEUU tienen adicción por las antigüedades, aunque estas los conduzcan, con frecuencia a errores catastróficos, como es el caso del derecho ciudadano, reconocido en su vetusta Constitución, para portar armas.
Así también sucede con la obsesión imperial de apropiarse de #Cuba, desde el mismo surgimiento de la Unión, hasta que interfirieron en la guerra de liberación contra #España. Allí sabotean por primera vez nuestra #Independencia, estableciendo una República falsa. Durante casi seis décadas hicieron de todo, incluyendo la muerte de miles de patriotas, para borrar nuestras ansias de #Libertad. Pero no lo lograron. El primero de enero de 1959 se cumplieron los sueños libertarios.
El 11 de julio se cumplirá un año de los disturbios en Cuba que ocuparon titulares de prensa en todo el mundo. La ira se disparó entonces con la mezcla explosiva de efectos de la pandemia, las asfixiantes sanciones de Donald Trump que Joe Biden mantuvo intactas en medio de una emergencia sanitaria mundial, los problemas sociales acumulados, la crisis económica, las temperaturas inclementes en el verano insular… El ataque sistémico y prolongado a la vida cotidiana del cubano rindió sus frutos y las 48 horas en las que se concatenaron actos vandálicos en varias ciudades del país generaron ríos de tinta y el pronóstico de que la revolución se vendría abajo, ahora sí más temprano que tarde.
Pero ni se han producido las réplicas del 11 de julio, ni el gobierno de Miguel Díaz-Canel da señales de agotamiento, como vaticinaron los agoreros del norte. En realidad, ha ocurrido todo lo contrario. Es Washington el que muestra señales de debilidad y aislamiento, a juzgar por la Cumbre de las Américas, que terminó en un fracaso monumental tras el intento del gobierno de Biden de excluir a tres países, Cuba entre ellos.
Por lo general, nos ponemos de mal humor cuando vemos en las redes sociales a los gusis odiadores mintiendo, y yo me pregunto: ¿Qué van a hacer los pobres? Ese ha sido siempre su oficio. De esa triste e indigna labor salen sus ingresos.
El comandante en jefe, con la clarividencia que lo caracterizó siempre, desde el mismo triunfo de la Revolución Cubana, señaló que «los contrarrevolucionarios estaban obligados a mentir»:
1ero: Porque la razón no les asiste.
2do: De mentir y tergiversar han hecho un negocio bastante lucrativo.
3ero: No saben hacer nada útil y mentir lo hacen por obligación, más hoy, en las redes sociales, donde todo se divulga con una velocidad supersónica, en tiempo real.
De esta forma, si no ponemos la verdad, con creatividad y buen gusto, a disposición de todos, las mentiras se lanzan al espacio y no es posible darles alcance.
Ese gran reto que tenemos todos los cibernautas revolucionarios: socializar nuestra verdad, para que millones de personas la hagan suya en cuestión de segundos, y la mentira no tenga espacio, porque la verdad, por si sola, es capaz de ridiculizarla.
En otras palabras, hoy no es suficiente con ser dueño de la verdad. Hay que saber hacerla atractiva y creíble, porque los contrarrevolucionarios siempre van a mentir.