Por: Mauricio Escuela Orozco
Se nos dirá que la Navidad es para reír, para el gozo y la gula, que somos unos aguafiestas por no verlo de esa manera. Pero todo ello solo silencia lo que es real, solo acalla al que sufre, solo obvia al que ni come ni bebe..

La Navidad significa unión, afecto, familia. Pero más que nada, se trata de un momento en el año en el cual se hace el recuento de los sucedidos, de las metas cumplidas, las que no hemos llevado a cabo, los sueños, las frustraciones. Con los años, esta fecha se ha ido desmitificando, perdiendo su original núcleo semántico: la venida al mundo de Cristo. Y es que Occidente ha hecho que todo en torno a la Navidad tenga un peso mercantil, materialista. En el norte global, además, hay tradiciones que no son propias de los países que surgieron del tronco hispano, pero que se globalizan. Mientras que en América Latina, eran comunes los Reyes Magos, la representación del nacimiento del niño en Belén, las misas de gallo; en los Estados Unidos están Santa Claus, el arbolito (de origen totalmente pagano), los trineos, las tiendas llenas de regalos. ¿Cuánto de dominio cultural, de simbología política hay en uno de estos elementos de la Navidad que no provienen del hispanismo?