Por: Eusebio Leal Spengler

Fotograma del corto animado «Estirpe de Libertad», Estudios Anima, Holguín / Foto: Periódico «Juventud Rebelde»
Este Diario ve la luz 117 años[1] después de escrita su última página. El viernes 27 de febrero de 1874, en las horas finales de aquella mañana, el autor ofrendó la vida a la causa de su pueblo, rubricando su historia política. Existió posteriormente, entre algunos de sus contemporáneos y biógrafos, la convicción de que en los últimos instantes, viéndose en peligro de caer en manos de sus enemigos, apresuró el final, tal y como lo había previsto: «…morir con la dignidad como debe morir un cubano; aunque creo que ese caso no llegará, porque mi revólver tiene seis tiros, cinco para los españoles y uno para mí: muerto podrán cogerme, pero prisionero, ¡nunca!»[2]. Si así aconteció, no fue éste un acto ajeno al concepto más elevado del honor, y ante esa opción en un trance y circunstancias como aquellas, ha de inclinarse reverentemente la posteridad.
El escenario, por lo demás majestuoso, donde tuvo lugar el drama, evoca pasajes de la antigüedad clásica y pudiésemos aceptar como válido el devenir trazado por el índice del destino. Cuanto ocurrió fue digno del hombre y de la fama del héroe.