Por: Lisandra Fariñas Acosta, Irene Pérez

La atención neonatal en Cuba, que inició en 1961, ha contribuido a disminuir cada año la mortalidad infantil. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
La medicina es como el arte del magisterio. Necesita convicción profunda y entrega absoluta. Diría un amigo cercano: una vez médico siempre médico, porque quien escoge este camino ya nunca más se pertenece.
Entre los tantos recuerdos de mi infancia y adolescencia tengo bien grabadas las palabras de mi madre: la doctora Caridad Ben logró que “la niña saliera de terapia”, luego de ese “derrame en el pulmón producto de una neumonía”.
Nunca la conocí. Pero muy pronto escuché hablar de esa médica entregada, cariñosa, preparada, hacedora del milagro de salvarme, “que no se despegó día y noche de la pequeña hasta sanarla”.
Desde entonces he conocido muchas doctoras con los atributos de aquella, y muy buenos médicos también. En todos he descubierto la calidez, que cura tanto como los fármacos más sofisticados.