Por José Manzaneda
Cerrado el turismo y gran parte de sus exportaciones, debido a la pandemia, las 200 medidas añadidas de asfixia impuestas a Cuba por el gobierno de Donald Trump y aplicadas por el de Joe Biden, supusieron, durante más dos años, el cierre de las únicas vías respiratorias para la economía de la Isla (1). Bloqueo financiero absoluto, destrucción de los ingresos del país (por servicios médicos, remesas, cruceros…), persecución de los buques petroleros, paralización de inversiones mediante la aplicación íntegra de la Ley Helms-Burton (2), etc.
La consiguiente crisis de desabastecimiento provocó, lógicamente, un aumento considerable de las cifras de emigración (3). Sin embargo, el Gobierno de EEUU ha conseguido imponer, en la prensa occidental, una narrativa que desliga ambos fenómenos, y en la que el agravamiento del bloqueo a la Isla sería una más, entre muchas otras razones, del aumento de la emigración cubana.