Más de 10 años han pasado cuando los señores de la guerra se dieron cuenta de un nuevo teatro de operaciones militares, uno ubicuo y, hasta entonces, en expansión: internet.
Ya en 2010 Anders Fogh Rasmussen, entonces Secretario General de la OTAN, declaró que “no es una exageración decir que los ciberataques se han vuelto una nueva forma de guerra permanente y de baja intensidad”. Ese mismo año, el general Keith Alexander, jefe del Ciber Comando de los Estados Unidos, declaró a un panel del congreso que lo que más le preocupaba eran los ataques destructivos que venían; particularmente los ataques a infraestructura crítica sobre los sectores bancarios y eléctricos de su país.